
Idílico
- María Lucía Medina
- 18 ago 2020
- 2 Min. de lectura
Me enamoré de su potencial, de mis enormes ganas de que cambiara, de su libertad cohibida por mis expectativas. Me ilusioné con su increíble manera de llenar mis vacíos y su respeto eterno a las normas que yo establecía. Me enloquecí con su silencio, con su maravillosa forma de hacer caso; me obsesioné con su ilegítimo carácter tan similar al mío. El uno para el otro, dos polos iguales obligados a estar juntos así la razón misma los separara.
Poco a poco te fui educando, poco a poco te enseñé cómo reaccionar, cómo responder, cómo actuar. Te puedo decir que te gusta y que quiero que te guste. Te lleno de detalles y te demuestro mi amor con mis singulares actos de complicidad. Te veo feliz, en silencio siempre. Te veo en calma solo preguntando qué quiero yo. Se nota que estás más a gusto que antes en tu inmensa soledad y sin importar los pocos atisbos que reflejan lo que eras antes de mi, aún así te amo.
No, no me digas que me amas también, es demasiado para un ser tan simple y básico, necesitame y depende de mí, eso será suficiente. Mira a tu alrededor nadie te dará todo esto que yo te doy, mira hacia el pasado, nadie nunca te acogió de esta manera y para un momento y ve más allá, deja ir tú imaginación no tan lejos de tu realidad a mi lado y mira el futuro que te espera si te vas; completa soledad, fracaso y desilusión, el vacío vuelve, no?
Deja de llorar, no tiembles, deja que te acoja en mis brazos fuertes y protectores. Te perdono por llegar a pensar en una mejor vida sin mi, eres desleal pero obediente, poco a poco lo iremos arreglando. Ven acá mi amor, que tengo mejores planes para tu vida y no preguntes nada por favor, que si te explico por qué yo tomé las riendas de tu ser, no lo entenderías.
Ni yo lo entiendo aún.
Comments