top of page

Soledad en notas

  • Foto del escritor: María Lucía Medina
    María Lucía Medina
  • 13 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

De repente la ansiedad se apoderó de mí. Caí lentamente al suelo, abracé mis piernas y todo se quebró.


Ahí estaba yo en pijama sentada en el borde de la cama. Tenía el maquillaje corrido, la luz me molestaba bastante, la ropa del día anterior estaba tirada en el piso y el olor a licor y cigarrillo que salía de mi boca evidenciaba una buena fiesta. Me dolían los pies, me faltaba un arete, volví mierda los tacones y las medias veladas.


Realmente no sé que pasó, no tengo recuerdos tan claros. Me encontré con Tatiana a eso de las 10 de la noche luego de haber discutido con Jorge una vez más.


Que si el jabón, que si la pintada de la pared, que si hace la cama de una forma y yo de otra, que si cambiamos de colchón o vamos de paseo, que por esto o por aquello, siempre que uno dice blanco el otro dice negro.


Últimamente llega tarde del trabajo y muy cansado, yo también pero ya me cansé de quejarme y decirle. Llegamos al punto donde uno habla y el otro mira y en el fondo ambos sabemos que no nos importa nada la conversación.


Anoche simplemente quería una cerveza, un viernes diferente, salir por ahí y luego volver a casa. Él, estaba cansado y literalmente estaba cansado de estar aquí; quedó con unos amigos para ver un partido, beber o algo así le entendí, no escuché mucho, estaba haciendo la cena, que por cierto ninguno de los dos comió y terminó guardada en el horno.


En vista de que él se iría, me alisé el cabello, me puse un vestido negro, que a él le encantaba antes, tacones y salí de allí; en pocas palabras hui de mi casa, no sin antes beberme un par de tragos de los restos de las botellas que teníamos en la nevera.


Me encontré con Tatiana y sus amigos del trabajo, la verdad no sé qué estaban celebrando, solo sé que quería desprenderme de esa angustia, borrar los problemas, reiniciarme.


Al principio Jorge y yo salíamos, nos divertíamos; el tiempo, las responsabilidades, la convivencia, el dinero y el trabajo nos fueron alejando de eso. Hace mucho no hacíamos nada, sin embargo el confort y la comodidad de estar con el otro nos da seguridad, o eso creí hasta hoy.


No recuerdo más de anoche, se que él me recogió, mi teléfono está casi sin batería, le habré hecho al menos 30 llamadas a las 3:45 de la mañana y lo saturé de mensajes, aún no entiendo esas cosas que le dije. Estoy confundida, mareada, con nauseas. También me di cuenta que su lado de la cama está frío. Son las 5:17 de la tarde, no sé a que hora se fue.


Tenemos la costumbre de dejarnos notas pegadas en donde el otro pueda verlas fácilmente, siempre fue una mezcla de piropos, razones y lista de mercado; por su puesto cada vez eran menos piropos.


Vi unas de ellas, una en la mesa de noche, que decía: "En el horno hay comida y en la nevera agua fría y té", y en el espejo había otra pero esa la dejé yo anoche, "Estaré con Tatiana, vuelvo tarde, en el horno hay comida y en la nevera agua fría y té" .


De reojo vi una nota más pegada a la nevera, pero preferí ir al baño primero, me siento muy mal después de la fiesta de anoche. tomé una ducha, me lavé los dientes y el cabello y mi cuerpo deshidratado solo pensó en el té frío que estaba en la nevera.


Bebí directamente de la jarra y cuando cerré la puerta la ansiedad se apoderó de mí. Mi vida se pausó, me fui contra la pared, caí lentamente al suelo, abracé mis piernas y todo se quebró.


Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page