Cuándo me quedé sola, aún tenía cosas por decir:
- María Lucía Medina
- 28 feb 2020
- 1 Min. de lectura
Me quedé sentada esperando como si una buena nueva viniera. Busqué en mi cabeza todas las posibilidades. Intenté entender de mil maneras el por qué de ese café, el por qué de esa charla y la razón por la cual todo fue tan frágil.
Sigo sin encontrar respuestas.
Aún así, luego del frío y la oscuridad que me rodeó este poco tiempo, entendí que cada quién busca sus propios intereses y que no está solo en mis manos complementar la felicidad de nadie, así eso me sacara una sonrisa a mi también.
Mis propios intereses, al carajo.
Lamento tu ausencia como lamento haber sido sincera, sin embargo, aunque me pese el remordimiento de haberte dicho la verdad, este no pesará más que la sensación de vacío que dejas... Que deja la voz profunda y la amena charla, me refiero.
Siento que estoy perdiendo una oportunidad que hace unos minutos ni sabía que tenía, y aún así el duelo es intacto. Que cosas habré tenido yo en la cabeza para llegar a esto, qué ilusa he de ser siempre para creer que podría ser más interesante.
Que poco haces sentir a las personas.
Yo sé que no soy la luz eterna, yo sé que no soy perfecta, pero más allá de todo lo que tú eras, yo vi a alguien que sí quería sentir tranquilidad y amor, cómo yo quería, y ahora siento que me equivoqué.
Eso me atrajo mucho, eso era lo que sentía. Qué pena que el dulce café fuera amargo al final, tan bueno que estaba. Que lástima también que ese ascensor no tuviera más pisos para alargar ese beso.

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