La musa y poeta

Quien me dijo e inspiró este relato seguramente traspasó la barrera del tiempo, jugó a la presencia virtual y se adueñó de palabras poderosas.

Tuve el gusto de leerle, de sentirlo y mi ego me insinúa que hasta lo inspiré.

Me perdí en su prosa así como él se fue sumergido en los versos.

Me voló la mente su pasión mientras él planeaba sobre plumas y sueños.

Me dejé llevar al límite del deseo cuando en su frase final sentí que me invitaba a quedarme, me invitaba a tocarlo, me invitaba a algo más.

Seguramente me salí de contexto y fui más allá, reconozco mi locura y apueste confiado a que yo exageré las letras de aquél tipo, sin embargo ante semejante poeta me quito el sombrero y me derrito de amor.

Lo buscaré para que me explique sus palabras, le escribiré mil veces si es necesario, le daré mi cuaderno y mi pluma para ver si sí son mis ojos los que desenmarañan ese lío que tiene en mente y al ver el desenlace les confirmaré si sí fui la musa que convirtió una charla cualquiera en poesía misma.