Los besos que te he dado
- María Lucía Medina
- 2 dic 2014
- 2 Min. de lectura
Que un suspiro como un beso sumergido en el exceso
del recuerdo solamente por amores de fortuna,
se limite de antemano a sentir aquella alma
que en un aire fuertemente de tu boca ha de salir.
Cuando un beso mismamente se limita a existir,
un sujeto por minuto lentamente se va a ir,
pues los besos vida brindan como asilo del sentir,
cada uno a si mismo lentamente hasta morir.
Renaciendo firmemente como semilla de la vid
el beso nuevamente se vuelve a repetir,
siendo droga de las almas que el cuerpo ha de pedir
volviéndose adictivo cuando empieza a relucir.
Si como humanos maquillamos el sabor de aquel besar,
como mismos faltaremos a la riqueza del amar,
pues el beso simplemente nuestra boca ha de juntar,
no es más que simple contacto a la hora de rozar;
Y como beso simboliza el acto de gestear,
posibles aventuras a las que no podemos lanzar.
Pues no es el beso en sí mismo más que el hecho de besar,
siendo este litigado como un lance para odiar,
pues es proveedor de belleza y de maldad
porque como beso al vida dar, beso así mismo a de matar,
siendo beso algo ingrato que osa
remos a evitar.
Como beso o como beso la historia ha de contar,
que algunos maleantes los quieren perturbar,
pues los usan afanados con desdén y atrocidad
que atropellan a los otros sin que alcancen a juzgar,
y lo mismo las hazañas que sugieren al tramar
aquella historia agonizante que los sufridos contarán.
Luego el beso como arma con filo ha de cortar
alcanzando a lastimar las entrañas y algo más,
pero como beso asonado de la intriga del saber
todo beso como historia igualmente puede ser,
uno tierno apasionado que demuestre aquel querer
con suspiros y anhelos que ahora van a ser
Pues lo besos que te he dado y los que te daré
son las armas más sinceras que he de poseer.
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