Un día cualquiera, como hoy
- María Lucía Medina
- 28 ago 2014
- 2 Min. de lectura
Un día cualquiera, como hoy, una nena, una niña, una pequeña mujer vio un poco más allá de los ojos de alguien. Vio en esos profundos y marrones ojos un alma perdida, vio muchos sentimientos encerrados, un ser que quería algo, algo más que una amistad, vio a un tímido muchacho que buscaba sin buscar el amor de una doncella ser amado y el amar.
Un día cualquiera, como hoy, volvió a verlo, volvió a encontrarle en los pasillos, y de la misma manera, como ya había sucedido volvió a perderse en él. Estos dos jóvenes, pequeños en tamaño e inmensos en valor consiguieron fundir con dinamismo la existencia de su amor; expresándoles a todos la elegancia del besar mientras jugaban juntos a armar sin desarmar emociones tan bonitas como el arte de bailar.
Un día cuáquera, como hoy, este chico es valeroso y su mano a de tomar pues la chica que le gusta está yendo sin cesar por un camino espinado que le puede lastimar...
Un día cualquiera, como hoy este chico confundido de tomarla fuertemente distensiona sus pulgares y sus dedos lentamente dejando a la deriva este amor que no florece.
Un día cualquiera, como hoy, cuándo el tiempo ya ha pasado y los amores de verano que han reído y que han llorado van dejando enormes huellas a lo largo de los años vuelven a encontrarse a pesar de haber pasado momentos tan hermosos y algunos que no tantos.
Un día cualquiera, como hoy el destino ha decidido que a pesar de los tropiezos, el amor que no florece y persiste con el tiempo es premiado con la gracia y el don aquel deseo que enlazan nuevamente el camino hacia tus besos.
Un día cualquiera, como hoy, propiciando aquel reencuentro
después de aquellos besos que nos dejan sin aliento los suspiros se apoderan de la mente y nuestro cuerpo dejando a un lado los prejuicios, la vergüenza y los recuerdos.
Un día cualquiera, como hoy, estamos juntos y felices cual amantes disfrutando el evocar los placeres que vivimos estos años, y el café de media noche que acompaña este legado espera enteramente que a pesar de las primicias de aquel viaje que aproximas con afán y desespero sea pronto sucedido por un plácido regreso y seguido de momentos, canciones y recuerdos que nos enamoren nuevamente un día cualquiera como hoy.
María Lucía Medina N.
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